Arena Roja - Capitulo 3.




"Arena Roja".


Capitulo 3.


El bar del motel estaba en penumbra. Solo una lámpara de lava roja lanzaba sombras inquietantes sobre las paredes. Ramona Leclair sirvió dos vasos de bourbon, sin hielo. Su kimono brillaba como una piel de serpiente bajo la luz cambiante. Colt Mercer encendió su puro sin apuro, mientras la música seguía sonando desde una vieja rocola que parecía no tener cable.


—¿Cuánto tiempo crees que tienen antes de que esto se los trague vivos? —preguntó Colt, dando un sorbo.


—Depende —respondió Ramona—. ¿Te refieres al loco irlandés con rifle… o al eco maldito del bosque que se les pegó como sombra?


Colt rió. Era un sonido bajo, sin humor.


—Tú sabías que volvería con ellos. La cosa del bosque.


—No vuelve con ellos —dijo ella, mirando su vaso como si leyera un presagio en el licor—. Nunca se fue. Solo necesitaba arena, sudor... y deseo para poder florecer.


Colt miró por la ventana en dirección a las dunas, donde la figura de Dirk era apenas un punto oscuro contra la luna. Luego, a la radio encendida sola en la esquina, que ahora murmuraba algo en latín... al revés.


—¿Y vas a intervenir esta vez, Ramona?


Ella sonrió. Lenta. Cruel. Cansada.


—Intervenir es para los vivos. Yo solo alquilo habitaciones… y entierro secretos en la arena cuando me los dejan en la puerta.


Colt levantó su vaso. Ella hizo lo mismo.


—Por los huéspedes que no saben dónde se están metiendo.


—Y por las cosas que ya estaban aquí, esperándolos.


Brindaron.


Y en ese momento, todos los espejos del motel se agrietaron... a la vez.


Mientras tanto, el caos se desataba en la playa...


El mar retrocedía como si algo debajo lo hubiera arañado desde abajo. Las olas formaban patrones imposibles, como espirales vistas desde lo alto de un sueño alucinógeno. La criatura frente a Adrián, Chloe e Indra jadeaba. Su piel parecía la de Indra, pero húmeda, hinchada, como un molde hecho en furia y sal.


—No puede ser —susurró Chloe, aferrada al bate metálico—. No puede…


—No es "ella", no exactamente —dijo Adrián con voz baja—. Es lo que quedó cuando escapamos del bosque.


—Una copia... un residuo —murmuró Indra, apuntando con el arma.


La criatura sonrió mientras les decía:


—Soy la versión que se quedó a enfrentar lo que tú dejaste atrás. 


Y entonces se abalanzó sobre ellos.


El enfrentamiento fue rápido, brutal. Adrián rodó por la arena, cuchillo en mano, intentando desgarrar carne que no sangraba. Indra disparó dos veces, y aunque las balas impactaron, la cosa siguió avanzando. Chloe, entre pánico y coraje, golpeó a la criatura con el bate justo cuando esta se abalanzaba sobre Adrián. El sonido fue un crujido seco, pero la cosa simplemente rió. Una risa idéntica a la de Indra.


Entonces se detuvo. Miró hacia la cima del faro. Donde Dirk los observaba.


—Estás fuera de tu parte del tablero, Dirk —dijo la criatura, y su voz ya no era solo la de Indra. Era de algo más viejo.


Dirk frunció el ceño. Por un instante, pareció genuinamente incómodo.


Y luego se fue. Desapareció en la sombra como un espectro bien entrenado.


Los tres escaparon aprovechando esa distracción de la "otra" Indra, quien volteó a verlos quieta y sonriente... No quiso matarlos. Solo eso. Y ellos ni un instante, a pesar de las puñaladas, disparos y golpes,  estuvieron cerca de hacerlo con ella.


De regreso al motel, las luces parpadeaban. La puerta de la habitación estaba abierta. Adentro, todo estaba perfectamente en orden, excepto por un solo detalle:


En el espejo del baño, la palabra “DUPLICADA” escrita con lápiz labial… rojo. Ninguno de los tres usaba ese tono... Y de hecho Adrián solo usaba humectante con protector solar para labios.


Mientras Adrián cerraba con seguro reforzado la puerta, sus pensamientos no paraban. El sudor le corría por la espalda. No era miedo. Era algo más oscuro:


La sensación de que estaba perdiendo la noción de qué es real.


“¿Y si esa criatura no era solo una copia de Indra? ¿Y si también la replicación había comenzado… fuera o dentro de nosotros?” , pensó Adrián.


Chloe temblaba, envuelta en una manta, mientras Indra comprobaba cargadores, repasaba rutas de escape, y maldecía entre dientes. Todo bajo control, como siempre. Pero Adrián la conocía: su mandíbula apretada, el tic leve en su ojo izquierdo. Indra estaba al borde.


—No estamos peleando solo con Dirk —dijo él, finalmente.


Indra asintió.


—Estamos peleando con lo que él trajo del bosque. O lo que él dejó escapar.


—¿Y si no fue él quien lo trajo? —dijo Chloe de pronto, en voz baja.


Adrián e Indra la miraron.


—¿Y si… la cosa vino por nosotros desde antes? ¿Y si el bosque fue solo donde empezó a hacerse visible? Quizás... esto venía en camino desde más lejos y no solo era Dirk quien nos seguia antes del secuestro de Indra. O tal vez es otra cosa que ya estaba aquí en esta playa...


Silencio.


Y entonces, un ruido suave. Golpes en la puerta. Tres. Rítmicos. Como una señal.


Indra alzó el arma.


—¿Quién es?


Una voz respondió, suave, segura.


—Ramona. Traje respuestas. Y Colt tiene un mapa… que no debería existir.


En la recepción, Ramona encendió una vela negra. Colt desenrolló un mapa hecho de pergamino grueso y amarillento, cubierto de símbolos arcanos y coordenadas que no existían en Google Maps.


—¿Qué es esto? —preguntó Chloe.


—El registro de lo que han despertado —dijo Colt.


Ramona sonrió sin mostrar los dientes, como un gato y agregó:


—El desierto no olvida. Pero a veces… copia.



Continuará...

Comentarios